X DURANTE EL AÑO – CICLO C


“Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo”

Primera Lectura: 1Re 17,17-24
Salmo: 29,2.4-6. 11-12ª.13b
Segunda Lectura: Gal 1,11-19
Evangelio: Lc 7,11-17
Reflexión: Fray Nelson (Audio)


Para nosotros los cristianos, la resurrección es algo fundamental dentro de la fe que profesamos; como dice San Pablo, Sino creemos en la resurrección vana es nuestra fe. En ese sentido, en el Evangelio del día, vemos a Jesús sensible a los acontecimientos dolorosos de la humanidad; pero no solo acompañándonos, sino sobre todo restituyéndonos la vida; siendo así el Señor de la Vida.

Tribulación tras tribulación
No hay tristeza más grande para una madre ver a su hijo muerto; aún más si su hijo es joven y único. La viuda de Nain, ahora perdía a su hijo, y no hace mucho había perdido también a su marido. Realmente el dolor era inmenso, por lo que ella caminaba acompañando el féretro como sonámbula y no había nada que pudiera calmar, al menos un poco ese dolor que llevaba en su corazón.

Jesús sale a nuestro encuentro  
Es el encuentro inesperado, un grupo de dolientes que llevan el féretro y un grupo que acompaña a Jesús. Ante tanta multitud, Jesús detiene la procesión y siente compasión por la viuda, se conmueve; no sólo con palabras de esperanza, sino devolviéndole a su hijo sano. De ese modo Jesús nos muestra que él tiene el poder para restituirnos la vida y devolvernos a nuestros seres queridos.

Reconocer las maravillas de Dios
Dios sigue actuando día a día en medio de nosotros y obrando sus maravillas; en la cotidianidad, en la simplicidad, en el encuentro y el acompañamiento de las personas que sufren ante la partida de un ser querido. 

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