XIII TIEMPO ORDINARIO – CICLO C


"El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios"

Primera Lectura: 1Re 19,16b.19-21
Salmo: 15, L-2ª.5.7-11
Segunda Lectura: Gal 5,1.13-18
Evangelio: Lc 9,51-62
Reflexión: P. Miguel Rodas (Audio)

 TOMAR UNA DECISIÓN PARA SEGUIR A JESÚS

Después de haber respondido personalmente a través de la oración y la reflexión sobre la gran pregunta de Jesús: ¿ustedes quien dicen que soy yo? Si nuestra respuesta es afirmativa, similar a la de Pedro, ahora nos toca ponernos en marcha con Jesús hacia Jerusalen, a la luz de la decisión que tomó Jesús al encaminarse hacia la ciudad Santa.

Claridad pública.- la decisión que toma Jesús de subir a Jerusalen, lo hace de manera pública, enviando mensajeros delante de él. Por tanto cada decisión que tomemos en la vida, no debe ser a escondidas.

Madurez.- Jesús está consciente del camino que está emprendiendo hacia su pasión, muerte y resurrección. Ya al iniciar este caminar, en Samaria encuentra el rechazo, pero Él continúa caminando porque es capaz de asumir las consecuencias de su decisión.

Perseverancia.- El camino para Jesús que carga nuestros sufrimientos y nuestros pecados es muy duro, pero Él continua hasta el final y así nos muestra que es posible tomar el arado y llegar hasta la meta.

Seguir a Jesús implica tomar una decisión radical en nuestras vidas. Decisión que tenga claridad, madurez para asumirla y perseverancia para ser fieles hasta llegar a la meta final.

XII TIEMPO ORDINARIO - CICLO C

“El que quiera salvar su vida la perderá; y el que pierde su vida por mi causa la salvará”

Primera Lectura: Za 12,10-11;13,1
Salmo: Sal 62
Segunda Lectura: Gal 3,26-29
Evangelio: Lc 9,18-24
Reflexión: Seminario Monterrey (Video)

¿Y ustedes quién dicen que soy yo?

Después de haber tenido alguna aproximación con Jesús o incluso encuentro personal con Él; Jesús quiere continuar caminando con nosotros; pero antes, para realizar con Jesús el camino hacia Jerusalén, nos hace la pregunta clave a cada uno de nosotros, para que tengamos una identificación real y verdadera sobre la Identidad de Jesús.
Tú eres el Mesías el Hijo de Dios
Simón Pedro da una respuesta acertada, respuesta con la cual, todos sus apóstoles están de acuerdo; después de haber visto a Jesús sanando a los enfermos, resucitando a los muertos, haciendo caminar a los paralíticos, devolviendo la vista a los ciegos, expulsando a los demonios, anunciando la Buena Noticia, incluyendo a los pobres y marginados; el de concebir a Jesús como venido del Seno de Dios no les era tan difícil creer en esa realidad. Sin embargo, la gente, a pesar de haber visto los signos y escuchado sus palabras, no logran acertar la respuesta correcta, solamente unas aproximaciones, resaltando alguna características de Jesús en relación a personajes que le antecedieron como Elías, Juan el Bautista y algún otro profeta.
Jesús nos salva en la cruz
Todos sus apóstoles al tener la certeza de que evidentemente estaban en lo correcto, y que el Mesías esperado estaba con ellos, estaban felices de tenerlo cerca. Sin embargo, Jesús les advierte que esta verdad aún no debe ser proclamada, porque primeramente deben subir a Jerusalén, donde será rechazado, crucificado y que resucitará al tercer día. Ahora los apóstoles entran en duda, y realmente la cruz les escandaliza; pero Jesús no vacila y nos muestra el único camino por el cual somos salvados, el camino de la cruz.
Llamados a cargar nuestra cruz
Tras el anuncio de su pasión, muerte y Resurrección, nos pone sobre la mesa las condiciones para todos los que queramos seguirlo voluntariamente: Negarnos a nosotros mismos, cargar con nuestra cruz y seguirlo.

Si realmente creemos que Jesús es nuestro salvador, nos toca asumir que esta salvación nos viene a través de la cruz y que cada uno de nosotros debemos cargar nuestra cruz. Si realizamos todo este proceso, podremos salvar nuestra vida; así esta afirmación: el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida por mi causa la salvará, podrá aplicarse a nosotros. 

XI DURANTE EL AÑO – CICLO C


“Tus pecados te son perdonados”

Primera Lectura: 2Sam 12,7-10.13
Salmo responsorial: Sal 31,1-2.5.7.11
Segunda Lectura: Gal 2,16.19-21
Evangelio: Lc 7,36-8,3
Reflexión: Fray Nelson (Audio)

           LA MISERICORDIA DE DIOS, UN REGALO PARA LA HUMANIDAD

Las lecturas de hoy, nos hablan de la misericordia de Dios como un regalo gratuito. Perdón de Dios que nos regenera a todos los que acudamos a Él, con un corazón arrepentido y con la fe puesta en Jesucristo que ha dado su vida por nosotros para devolvernos la libertad de los hijos de Dios.
Jesús acepta la invitación de todos
Jesús se hace presente ante toda persona que lo invita; sin importar la condición, raza o clase social. En el Evangelio es un fariseo el que lo invita a sentarse en su mesa; Jesús acepta a sentarse a la mesa también con este Fariseo que obviamente no era pobre, sino alguien que tenía posiblemente más de lo necesario; pero Jesús acepta esta invitación.
Reconocer nuestros pecados y acudir a Jesús
Esta mujer cree haber perdido el sentido a la vida y que como consecuencia se siente marginada por sí misma y por las miradas de los que creían cumplir la ley de Moisés. Sin embargo ante una situación de pérdida de sentido de la vida a causa del pecado; aún le queda una última y única esperanza: Jesús. Con esta fe en el Hijo de Dios, acude a él no para justificarse y explicar las razones por la que había caído en el pecado; sino para expresar su arrepentimiento sincero.
La Misericordia de Dios
Ante un corazón arrepentido, Jesús derrocha sobre esta mujer la Gracia, con el cual le perdona de todos sus pecados, los muchos pecados que reconoce tener esta mujer. Así le devuelve el sentido a su vida y le restablece la dignidad de hija de Dios: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. Para esta mujer se abre un nuevo horizonte en su vida. Está llena de la Misericordia de Dios.

X DURANTE EL AÑO – CICLO C


“Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo”

Primera Lectura: 1Re 17,17-24
Salmo: 29,2.4-6. 11-12ª.13b
Segunda Lectura: Gal 1,11-19
Evangelio: Lc 7,11-17
Reflexión: Fray Nelson (Audio)


Para nosotros los cristianos, la resurrección es algo fundamental dentro de la fe que profesamos; como dice San Pablo, Sino creemos en la resurrección vana es nuestra fe. En ese sentido, en el Evangelio del día, vemos a Jesús sensible a los acontecimientos dolorosos de la humanidad; pero no solo acompañándonos, sino sobre todo restituyéndonos la vida; siendo así el Señor de la Vida.

Tribulación tras tribulación
No hay tristeza más grande para una madre ver a su hijo muerto; aún más si su hijo es joven y único. La viuda de Nain, ahora perdía a su hijo, y no hace mucho había perdido también a su marido. Realmente el dolor era inmenso, por lo que ella caminaba acompañando el féretro como sonámbula y no había nada que pudiera calmar, al menos un poco ese dolor que llevaba en su corazón.

Jesús sale a nuestro encuentro  
Es el encuentro inesperado, un grupo de dolientes que llevan el féretro y un grupo que acompaña a Jesús. Ante tanta multitud, Jesús detiene la procesión y siente compasión por la viuda, se conmueve; no sólo con palabras de esperanza, sino devolviéndole a su hijo sano. De ese modo Jesús nos muestra que él tiene el poder para restituirnos la vida y devolvernos a nuestros seres queridos.

Reconocer las maravillas de Dios
Dios sigue actuando día a día en medio de nosotros y obrando sus maravillas; en la cotidianidad, en la simplicidad, en el encuentro y el acompañamiento de las personas que sufren ante la partida de un ser querido.